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En un evento organizado por BAC, el economista Daniel Ortiz, de Consejeros Económicos y Financieros, S.A. (CEFSA), ofreció una detallada exposición sobre las repercusiones de las fluctuaciones del tipo de cambio en Costa Rica. Ortiz recordó que, en esencia, el tipo de cambio es un precio que emite señales fundamentales para las familias, las empresas y el gobierno, orientando sus decisiones de consumo, inversión y política pública.
Durante su intervención, el experto se centró en cómo las variaciones del colón inciden directamente en el poder adquisitivo de los hogares y en la estructura de costos de distintos sectores productivos. “Aunque usted gane y gaste en colones, le importa el tipo de cambio si adquiere insumos importados o si su empresa paga planillas en dólares”, explicó Ortiz, subrayando que Costa Rica, como importador neto, depende en buena medida de esa divisa para adquirir bienes y servicios del exterior.
Ortiz desglosó los tres segmentos del mercado cambiario nacional —ventanillas bancarias, Monex y sector público no bancario—y trazó la evolución histórica de los regímenes cambiarios, desde las mini‑devaluaciones de los ochenta hasta la flotación administrada actual y vigente, lo que ha perfilado en la mentalidad costarricense la creencia de que “el tipo de cambio siempre debe subir”.
El economista advirtió, sin embargo, que ningún precio puede permanecer fijo indefinidamente: el actual valor del colón no es sostenible y, de mantenerse prolongada la apreciación del colón amenaza la competitividad de la industria nacional, encarece la deuda pública y elevar la inflación en bienes y servicios cotizados en dólares.
Para mitigar estas distorsiones, propuso ampliar el horario y la profundidad del mercado Monex, así como coordinar mejor las intervenciones del Banco Central en la gestión de acumulación y venta de reservas.
En su presentación, presentó estadísticas por sector—exportadores, zonas francas, turismo, manufactura y servicios profesionales—y explicó cómo cada uno gana o pierde con cada apreciación o devaluación.
Balance cambiario por sectores (hasta junio 2025)
- Zonas francas:superávit de US$ 6 365 M, por remesas de casas matrices.
- Servicios profesionales:excedente de US$ 1 200 M.
- Turismo y hotelería:déficit de US$ 250 M, por alza de costos al visitante extranjero.
- Comercio minorista:déficit de US$ 1 500 M, por compras de bienes importados.
- Manufactura: se mantiene cerca del equilibrio (US$ 0 M), con flujos de exportación de bienes contrarrestados por importaciones de insumos.
- Agricultura: alcanza un superávit de US$ 900 M, principalmente por exportaciones de productos como café y banano.
Estos datos muestran que, mientras los sectores de exportadores de servicios profesionales y las zonas francas se benefician de la fortaleza del colón al abaratar sus costos de operación en dólares, sectores como el comercio, el turismo y la hotelería pierden competitividad y ven comprimidos sus márgenes de ganancia
Ortiz explicó que, en un escenario de devaluación (colón más débil), los exportadores y el sector turístico se ven favorecidos—al obtener más colones por cada dólar—mientras que importadores, consumidores de bienes duraderos y deudores en dólares enfrentan mayores costos. Además, observó que muchos compradores de autos o viviendas anticiparon sus compras antes de la devaluación y ahora posponen nuevas inversiones, marcando un punto de inflexión en la demanda interna.
En entrevista con Revista Viajes Digital, Ortiz enfatizó que esta prolongada apreciación ha encarecido la experiencia del turista extranjero: “El visitante percibe a Costa Rica como un destino más caro, sin recibir mayor valor por su dinero”, afirmó. Advirtió que, aunque la estabilidad cambiaria podría mantenerse hasta 2026, ello sacrifica la competitividad del turismo —una de las principales fuentes de empleo—.
Finalmente, según proyecciones de CEFSA, el tipo de cambio podría cerrar el año cercano a ₡515 por dólar, manteniendo esa estabilidad relativa hasta 2026, aunque a un alto costo en competitividad y espacio fiscal.
Ortiz concluyó que mantener intervenido por largo tiempo un tipo de cambio fijo o muy bajo, debilita el crecimiento y la estabilidad laboral en sectores clave, y urgió a las autoridades a flexibilizar las horas de operación y la profundidad de Monex, reforzar la gestión de reservas del Banco Central y ajustar gradualmente la política monetaria y cambiarias para permitir un mercado cambiario más equilibrado y sostenible.