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Rosa Iris Arguedas Sequeira fundó junto a su marido tours Paraíso Tropical Caño Negro.
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Ambos debieron pedir una madera fiada para poder armar su oficina y así ofrecer los recorridos a turistas nacionales y extranjeros.
Rosa Iris Arguedas se caracteriza por tener siempre una sonrisa en su rostro y por su pasión por su trabajo. Su historia en el turismo inició desde niña, cuando sus padres tenían un pequeño lugar de hospedaje que inicialmente se llamó Cabinas El Querque (luego cambiaron el nombre a Albergue Caño Negro), donde ofrecían hospedaje y también tours en bote y pesca.
“Al principio a mí me llevaban solo a limpiar las habitaciones y consideraba al turismo feo por esa razón, lo que sí me gustaba era interactuar con los clientes y en ocasiones le pedía a mi papá que me llevara con él a los tours. Mi papá se llama Álvaro Arguedas Molina y mi mamá Rosa Lelis Sequeira Romero”, recordó.
Años después y con 23 mil colones, logró iniciar su actual negocio de tours Paraíso Tropical Caño Negro, el cual fundó junto a su pareja y, precisamente, gracias a su perseverancia, emprendimiento y lucha diaria, fue seleccionada como un rostro del turismo.
“Rostros del Turismo” es un proyecto de comunicación del Instituto Costarricense de Turismo (ICT) conformado por fotografías y material audiovisual complementario de guías turísticos certificados, hoteleros, rent- a car, entre otros, que hacen grande con su aporte a la industria y que se publicará en el Facebook, Instagram y canal de Youtube del ICT.
Desde mediados de junio y hasta finales de setiembre se podrán conocer las historias de acuerdo a fechas especiales relacionadas con el turismo.
En el caso de Arguedas, su biografía se comparte porque el 27 de junio se celebra el Día de las Microempresas y las Pequeñas y Medianas Empresas y el turismo costarricense está conformado en un 80% por pymes y mypymes, como el negocio de esta emprendedora.
Empuje les permitió tener su propio negocio
Además de lo vivido con sus padres, Arguedas laboró en el Hotel Natural Lodge Caño Negro, inicialmente como salonera y bartender, luego pasó a recepción y, finalmente, a proveeduría e inventarios. En ese lugar trabajó desde el 2007 hasta finales del 2010, cuando renunció.
Posteriormente probó suerte en la Fortuna de San Carlos tratando de vender tours de la zona y ganar la comisión de la venta, fue en ese momento en el que su compañero Joel Sandoval y ella decidieron volver a Caño Negro a ofrecer estos servicios en la comunidad al visitante, pero como “tour operador” (esto a finales del 2011), con la ventaja de dominar un poco más el idioma inglés.
“Estando en La Fortuna nos dimos cuenta de la necesidad que existía en Caño Negro de una oficina que brindara información al visitante y que vendiera tours, fue cuando me surgió la idea de decirle a Joel que por qué no hacíamos lo que ya estábamos realizando en Fortuna, pero en Caño Negro, operando nosotros los tours en la zona.
“Cuando decidimos volver de la Fortuna a Caño Negro no teníamos mucho dinero, entonces, antes de volver, hablamos con el hermano de Joel para que nos sacara una madera fiada, hablamos con el dueño de la lancha para que nos la alquilara, con el dueño del motor para negociar los tours a medias. Yo hablé con mi tío para que me alquilara el espacio para el local y una vez acomodadas las piezas, volvimos a Caño Negro”, explicó Arguedas, de 34 años y madre de dos hijos.
Una vez en Caño Negro, al día siguiente Joel fue a "turistear" (esperar a que llegarán clientes a un lado del parque de la comunidad) y ese mismo día salió el primer tour, vendido en $40, que en ese tiempo eran aproximadamente 23 000 colones Con ese dinero, pudieron darle un abono al hermano de Joel por la madera fiada que les consiguió y ellos buscaron al carpintero que les hiciera una pequeña oficina de 3x3 metros en el corredor del Danubio Azul.
“Días después empezamos a construir la oficina y en cuestión de una semana ya estaba lista, empezamos en la informalidad un 11 de noviembre del 2011, luego poco a poco nos pusimos al día con todos los permisos".
“A inicios del 2012 nos salió la oportunidad de adquirir un motor de segunda y tomamos el trato, era un Johnson 15 hp de 2 tiempos (250,000 colones fue el precio y se los dejaron a pagos), teníamos que arreglarlo y con ayuda de un amigo conseguimos las piezas que necesitábamos y así obtuvimos nuestro primer motor fuera de borda”, añadió.
Por un par de años continuaron alquilando la lancha hasta que obtuvieron un préstamo para comprarla y también un motor Mercury 20 hp, cuatro tiempos y así, con el pasar del tiempo y reinvirtiendo el dinero, adquirieron más equipo.
El deseo de emprender les surgió por las ganas de superarse y no depender de un patrono, igualmente, la necesidad del momento y siendo una actividad que ya conocían les permitió hacerlo.Actualmente, ambos ofrecen tours en bote, kayak o canoa, pesca deportiva y artesanal, caminatas diurnas y nocturnas, observación de aves y fotografía.
Oriunda de Caño Negro, pero nacida en Ciudad Quesada, donde vivió siete años, Rosa Iris asegura que la mayor satisfacción al trabajar en turismo es poder enseñar a los visitantes las bellezas naturales y culturales de la zona y aprender de ellos y sus culturas.
Rosa Iris ama su trabajo, pero lo que lleva impregnado en su corazón es Caño Negro, para ella es un lugar mágico, por eso día a día lo cruza no solo en sus tours, sino para llegar a su hogar.
Le encanta descubrir nuevos caminos y navegar sola por el río, es como si ambos tuvieran un lazo que los une, sus ojos se llenan de luz cuando cuenta una de sus aventuras buscando a un jaguar y cómo anhela poder verlo de cerca para fotografiarlo.
Su rostro también se llena de lágrimas cuando recuerda como muchas personas lastiman el caño con pesca ilegal y actividades que dañan el ecosistema, por eso educa a sus hijos para que lo cuiden y que este mensaje llegue a otras generaciones porque reconoce que vive en un sitio privilegiado y lleno de sorpresas que día a día ayudan a seguir impulsando a Costa Rica.