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El conservatorio “Sostenibilidad aplicada a las buenas prácticas en Termas”, realizado en el marco de Termatalia Colombia 2025, se convirtió en un espacio clave para reflexionar sobre cómo el turismo termal puede ser un motor de desarrollo sostenible. La mesa fue moderada por Teresita Van Strate, de Asesorías Técnicas (Argentina), quien destacó desde el inicio la estrecha relación entre el termalismo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que este año cumplen una década de vigencia.

“Cuando analizamos los ODS, encontramos que no menos de ocho se conectan con la actividad termal. Y esto es crucial para países como Colombia y Costa Rica, cuya biodiversidad convierte el impacto ambiental en un tema aún más sensible”, señaló Van Strate, enfatizando que los destinos deben ofrecer lo que realmente buscan los visitantes: naturaleza, aire puro y paisajes, y no infraestructura de cemento que pueden encontrar en cualquier ciudad.

La moderadora dio paso a tres especialistas que compartieron experiencias desde realidades diferentes pero con un mismo eje: la sostenibilidad como principio transversal.

 

Costa Rica: La Fortuna como modelo de regeneración

Tadeo Francisco Morales Gómez, presidente de la Cámara de Turismo y Comercio de La Fortuna de San Carlos, Costa Rica, presentó el caso de su comunidad, que pasó de ser un pequeño poblado rural de menos de 3.000 habitantes a convertirse en un destino internacional con más de 38 centros termales, 200 piscinas de aguas hipertermales y un flujo turístico que supera el millón de visitantes al año.

“La sostenibilidad no puede quedarse en discursos de mercadeo; debe ser acción, visión y regeneración real. En La Fortuna hemos aprendido que el termalismo no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para regenerar ecosistemas, fortalecer la cultura local y mejorar la calidad de vida de la gente”, afirmó Morales.

Explicó cómo los empresarios locales, muchos de ellos antiguos campesinos, junto con instituciones como el ICT, el INA, ADIFORT y la Municipalidad de San Carlos, han creado un modelo turístico inclusivo que promueve la conservación, la accesibilidad (gracias a la aplicación de la Ley 7600), la economía circular y la reinversión de recursos en proyectos comunitarios.

“Hoy tenemos 10 comunidades rurales que se benefician directamente del turismo. El progreso social se ha convertido en un indicador clave: la calidad de vida ha mejorado notablemente y hemos evitado procesos de gentrificación, porque los terrenos y negocios siguen en manos de locales comprometidos con su territorio”, añadió.

También subrayó la importancia de la innovación en la experiencia turística: desde canopy de última tecnología diseñado en Suiza hasta senderos accesibles que permiten la inclusión de personas con discapacidad. “No basta con decir pura vida, tenemos que demostrarlo con acciones que mejoren la vida de nuestros niños, jóvenes y colaboradores”, dijo Morales.

Colombia: identidad, cultura y sostenibilidad

Jhon Fredy Echeverry, de Termales de Santa Rosa de Cabal (Risaralda), compartió cómo este emblemático destino colombiano combina el atractivo natural de sus aguas termales con un modelo de gestión que involucra a la comunidad local. Resaltó que el turismo termal debe generar bienestar económico, pero también reforzar la identidad cultural del territorio.

Por su parte, Eleonora Castro Rebolledo, de Termas de Batán (Cundinamarca), señaló que el gran desafío es garantizar que el crecimiento del turismo no implique un deterioro ambiental. “Debemos entender que el termalismo es un recurso único y frágil. Su aprovechamiento requiere planificación, regulación y, sobre todo, conciencia de que se trata de un patrimonio natural y social que debe ser transmitido a las nuevas generaciones”, explicó.

Un mensaje compartido: sostenibilidad como compromiso

El conservatorio cerró con un consenso claro: la sostenibilidad aplicada al termalismo no es una opción, sino un compromiso ineludible para quienes gestionan destinos que tienen como principal valor la naturaleza y el bienestar.

Los tres ponentes coincidieron en que el futuro del sector dependerá de la capacidad de integrar la rentabilidad con la regeneración ambiental, la cultura local y la calidad de vida de las comunidades. Como concluyó Morales: “El secreto de la sostenibilidad está en el empoderamiento. Si la comunidad no participa y no se beneficia, no hay turismo sostenible posible”.


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