La pureza de una medina con los artesanos trabajando sus obras, los rasgos de ciudades como la montañosa Ifrane o la antigua romana Volubilis; las imperiales Fez, Rabat, Meknes y Marrakech y las paradisíacas playas bañadas por el Mediterráneo y el Atlántico, entre muchas otras cosas, hacen de Marruecos un destino idílico para visitar durante este 2020.
Con la llegada de un nuevo año es común proponerse diversos retos para crecer en todos los ámbitos de la vida. Los propósitos permiten salir de la zona de confort, autoexigirse y conocerse un poco más a uno mismo. Si en la lista de todas aquellas cosas que se desean hacer a lo largo del próximo año figura la intención de conocer de primera mano una nueva cultura, Marruecos brinda una oportunidad de oro.
El viajero sentirá que se encuentra en un lugar tan familiar como novedoso por su proximidad geográfica a España, por la cultura Arabe que vertebra su sociedad, por las infinitas playas de arena dorada que bañan el mar Mediterráneo y el Océano Atlántico, y por las influencias europeas que rigen buena parte de su patrimonio artístico. Las ciudades imperiales de Fez, Rabat, Meknes y Marrakech dan al viajero la oportunidad de empaparse como nunca de la cultura Arabe. La multitud de murallas, fortalezas (kasbahs) y mezquitas presentes en todas ellas son idóneas para establecer un primer contacto con esta forma de vida.
Marruecos también ofrece a los más cinéfilos conocer Casablanca, la ciudad que albergó la película que, con un drama romántico ambientado en la II Guerra Mundial y sumado al paso de los años, se ha consolidado como una de las mejores de todos los tiempos. Por su parte, para quien busque inspiración, seguro la podrá encontrar en Tanger, al norte del país, un paraíso que se funde con el decorado del azul celeste, el azul intenso del océano y el azul verdoso del Mediterraneo. Esta localidad ha inspirado a pintores de reconocido prestigio tales como Matisse o Delacroix.
Además, como el mar todo lo cura, en cualquier momento las paradisíacas playas bañadas por el Mediterráneo y el Atlántico dan al viajero la posibilidad de refrescarse en sus aguas cristalinas, así como de realizar un sinfín de actividades acuáticas en un marco incomparable, tales como vela, esquí acuático, surf y sus distintas disciplinas.