Destinos con alternativas de hospedaje que ofrecen aire libre, contacto con la naturaleza y donde prevalezca el distanciamiento social sin sacrificar el confort, se posiciona fuerte después de más de un año de pandemia.
Este tipo de alternativa de alojamiento es conocido como Gampling, el cual busca seducir a sus huéspedes a través con experiencias que se encuentran en hoteles con comodidades de alta gama, pero inmersos en la naturaleza. Precisamente esta palabra surge de la fusión entre “glamour” con “camping”.
Este tipo de hospedajes se convierte en una variante del turismo de naturaleza, por lo cual se ubican en espacios abiertos, dentro de bosques, parques nacionales, pero con servicios de altísimo nivel.
Algunos de estos alojamientos se diseñan sobre árboles, como tiendas de safaris, domos que poseen estructuras transparentes que permiten ver las estrellas en medio del bosque, tipis que son tiendas cónicos, por mencionar algunos ejemplos.
Entre las amenidades que ofrecen para garantizar el confort de sus clientes se encuentran: camas de tamaño King, baños privados con tina y duchas, climatización, piscinas privadas y una ambientación que permita a los huéspedes vivir experiencias de relajación.
Otro componente que caracteriza a los Gampling es que surgen como una opción más ecológica y de menor impacto ambiental, ya que muchos de ellos utilizan materiales orgánicos y emplean energías renovables.
En Costa Rica operan diversas opciones de este tipo, por ejemplo, en La Fortuna, Puerto Viejo, Santa Teresa en Cóbano, Puntarenas; en Puerto Viejo, Drake en la Zona Sur con tarifas que arrancan desde los $100 hasta los $1200.
Algunos de los nombres que destacan en la lista se encuentran: Faith Gamping Dome en Manzanillo, Limón; Kinkára ubicado en las faldas del Volcán Chirripó, Pérez Zeledón (Zona Sur de Costa Rica); Sotori Bubble en Nosara, Guanacaste, Nayara Tentend Camp, La Fortuna de San Carlos.