Este destino emergente ubicado en la Zona Norte de Costa Rica invita al mundo a descubrir su auténtico encanto, un lugar donde la calidez de su gente y su compromiso con el desarrollo sostenible marcan la diferencia.
Erika Fernández C y Karen Retana B, Periodistas
A tan solo 12 kilómetros del centro de Ciudad Quesada, se encuentra San Vicente, una joya oculta en la región norte de Costa Rica que está ganando reconocimiento como un destino turístico emergente. Esta pequeña comunidad de 800 habitantes, enclavada a 1.750 metros sobre el nivel del mar, combina la agricultura tradicional con un turismo rural comunitario que resalta su belleza natural y su cultura.
San Vicente es hogar de agricultores y ganaderos que han encontrado en el turismo una manera de diversificar sus ingresos sin abandonar sus raíces. Warren Varela, presidente de la Cámara de Turismo local, destaca: “Hemos aprendido a combinar nuestras actividades tradicionales con experiencias únicas para los visitantes. Queremos que quienes nos visiten vivan lo que significa ser de San Vicente, desde ordeñar una vaca hasta disfrutar de un paseo por nuestras fincas”.
Los habitantes han decidido mantener su conexión con la tierra, apostando por un desarrollo sostenible que beneficie a toda la comunidad. “No queremos vender nuestras tierras. Queremos complementarlas con el turismo para generar más ingresos mientras seguimos siendo agricultores”, enfatiza Varela.

El turismo en San Vicente ofrece actividades como cabalgatas, paseos en cuatriciclo y chapulín, caminatas por senderos, pesca de truchas y degustación de productos locales como fresas y quesos artesanales. Además, sus calles adoquinadas y el acceso a miradores naturales permiten vistas impresionantes de volcanes como el Arenal, Miravalles, Tenorio y Rincón de la Vieja.
Una de las joyas del lugar es el Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco, cuya entrada se encuentra en la cima del pueblo. Este parque ofrece senderos, cascadas y hospedajes de lujo que prometen una experiencia inolvidable.
El éxito de San Vicente no sería posible sin su gente, quienes han transformado sus pequeñas parcelas en proyectos sostenibles y creativos. Por ejemplo, Diego Vargas, de Lácteos Sanvi, comparte cómo inició su empresa de productos lácteos mientras estaba en el colegio. “Hoy procesamos 15,000 litros de leche y ofrecemos tours donde los visitantes pueden conocer el proceso y degustar quesos artesanales”, menciona.
Cristian Rodríguez lleva más de 20 años dedicando su esfuerzo y pasión al emprendimiento familiar "Finca Integral Botija", un proyecto turístico en San Vicente. Inicialmente, comenzaron con la pesca de trucha y, con el tiempo, incorporaron actividades recreativas como tours por la lechería, paseos a caballo y recorridos por las parcelas, todo en un ambiente para disfrutar en familia. El objetivo del emprendimiento es ofrecer a los visitantes un día placentero y variado, complementado con un restaurante que ofrece una variedad de platillos.

Yorleny Blanco, fundadora del vivero local, también ha contribuido al desarrollo del turismo. “Comenzamos hace cuatro años y ahora ofrecemos una variedad de plantas medicinales, frutales y suculentas. Queremos que la gente se lleve un pedacito de San Vicente a sus hogares”, dice.
Otra atracción es Rancho Alegre, dirigido por Warren Varela. Este proyecto incluye una lechería, un restaurante rústico y tours en chapulín. “Queremos que nuestros visitantes disfruten de una experiencia integral que incluya contacto directo con la naturaleza y nuestra cultura”, explica.
Steven Varela Salazar, propietario de San Vicente Hideaway, destaca la importancia de mantener la magia del lugar: “Queremos que nuestros visitantes sientan que están en un bosque encantado. Hemos creado espacios temáticos que combinan naturaleza y creatividad para ofrecer algo diferente”.